Guadalupe sentía que no encajaba en ningún lugar. Le encantaba jugar al fútbol pero los varones nunca la invitaban a los partidos. Tampoco las nenas la incluían cuando se reunían a jugar, tal vez porque no le gustaba ponerse vestidos con volados ni coronas en la cabeza. Su mundo a veces se partía en dos. Cuando eso pasaba, ella solía quedarse en el medio, ni de un lado ni del otro. Y esperaba. No tenía otra opción. Siempre acompañada de sus mascotas: una manada de dinosaurios, aunque no podía encontrar a su preferida, Sauria.
Un día su amigo Baltazar decidió no ir al partido de fútbol y su amiga Camila decidió que si las otras nenas no la invitaban a jugar ella tampoco iría. Pero entonces sucedió algo inesperado. De pronto apareció el pirata Maremoto y la Capitana Lupe dispuestos a encontrar a Sauria. Era hora de salir de expedición.