¿Quién no ha soñado alguna vez con darle un mordisco a la luna? Este era el deseo de los animales de este cuento.
Solo querían probar un pedacito pero, por más que se estiraban, no eran capaces de tocarla. Entonces, la tortuga tuvo una idea genial: “Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna”, le dijo al elefante.
Una historia de deseos que parecen -a primera vista- inalcanzables, pero que consiguen hacerse realidad gracias a la cooperación. Una ayuda mutua de la que son partícipes animales muy diversos: la tortuga, sobre la que se sostenía el mundo según la mitología; el elefante, la jirafa, la cebra, el león, el zorro... Hasta que, finalmente, el más pequeño de todos...
A medio camino entre la fábula y la leyenda, este relato ofrece una poética moraleja que habla de generosidad, solidaridad y sueños compartidos. Con una pizca de humor; la que aporta una luna sonriente, burlona y un poco saltarina.