Un lobo sale una mañana bien temprano a buscar comida. La panza le hace ruidos y se le notan las costillas de puro flaco. Porque lleva días y días sin probar bocado. Sueña con comerse lo que sea, incluso una galletita de agua. De pronto la ve. Sola. Rellenita. Apetitosa. Sin perros ni pastores ni rebaño para protegerla. Una oveja. El lobo se relame feliz por su buena suerte y se dispone a comérsela, sin saber que empezará para él una pesadilla.
Porque a esta oveja no la intimidan ni el vozarrón amenazante, ni los largos colmillos, ni las afiladas garras ni los lobos maleducados que no se bañan seguido. Y por supuesto no está dispuesta a dejarse devorar. ¿Qué hará el lobo ante los retos de la oveja que es muy estricta? ¿Y qué hará la oveja cuando el lobo triste y hambriento se ponga a llorar desconsolado?