Con humor y sin autocompasión, Ro Ferrer nos adentra en un mundo para exorcizarnos y reírnos de nuestras contradicciones y de las rupturas cotidianas que hacemos de la maternidad perfecta, paciente, incondicional y alejada de nuestros propios deseos. Porque amamos a nuestrxs hijxs, pero tratamos de recordarnos todos los días que ser madre es trabajo de paciencia oriental y de pasiones viscerales.